Después de recorrer 679 millones de kilómetros, la sonda ha entrado en la alta atmósfera de Marte a una velocidad de 21.000 kilómetros por hora, para iniciar un descenso peligroso antes de aterrizar suavemente siete minutos después, ha informado el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), en Pasadena, California.
"Ha tocado superficie suavemente, de acuerdo con lo previsto", han indicado los responsables de la misión entre aplausos y el júbilo del equipo del JPL al comprobar que la nave había superado los denominados "siete minutos de terror".
Al igual que sus predecesores, la Phoenix ha usado un escudo térmico para frenar la velocidad de entrada en la atmósfera marciana. A continuación, a diferencia de otras sondas marcianas, la nave ha encendido sus cohetes retropropulsores que le han permitido posarse con suavidad sobre sus tres pies, en la región de Vastitas Borealis, llano circumpolar.
Desde el comienzo de la exploración de Marte en los años 70, la mitad de las sondas enviadas al planeta no lograron posarse en él. En diciembre de 1999, el ambicioso proyecto de la Mars Polar Lander se convirtió en desastre cuando perdió el control a gran altitud y se estrelló sin remedio. Nueve años después, la nave automática Phoenix rescata de las cenizas las aspiraciones espaciales al respecto.
El largo vuelo del Phoenix
Con 350 kilogramos de peso, la cápsula Phoenix, debe el nombre al pájaro mitológico que renace de sus cenizas, ya que utiliza la estructura del Mars Surveyor Lander cancelada en 2001, después de que en 1999 la nave Mars Polar Lander se desintegrara en la atmósfera de Marte. Con energía proporcionada por sus propios paneles solares, la nave Phoenix con un brazo robótico de 2,5 metros para recoger muestras, medirá una vez apoyada en la superficie de Marte sobre sus tres patas, 5,50 metros de un extremo a otro.
La misión Phoenix tiene un coste de 420 millones de dólares y es una colaboración internacional en la que participan el JPL y la estadounidense Lockheed Nartin Space Systems en la dirección del proyecto, y la Universidad del Estado de Arizona, en colaboración con la Agencia Espacial canadiense, el Instituto alemán Max Planck, y las Universidades suizas de Neuchatel y Basilea, y de Copenhague en la dirección científica.
Phoenix envía sus primeras imágenes
La sonda, después de haber tocado superficie, desplegó sus paneles solares y dos horas después envió las primeras 50 imágenes de prueba desde Marte, la mayoría de su propia estructura, confirmando así que había llegado salva a su destino.
Las imágenes muestran una superficie plana, seca y rojiza, que está limitada por líneas rectas en forma de polígono.
'Vemos la ausencia de rocas como esperábamos, vemos los polígonos que hemos visto desde el espacio; no vemos hielo en la superficie pero pensamos que lo veremos por debajo de la misma; me parecen estupendas' (las imágenes), dijo Peter Smith de la Universidad de Arizona y principal investigador de la misión Phoenix.
Después de haber superado con el aterrizaje el momento clave de la misión, la sonda afronta ahora un nuevo reto: el de usar por primera vez, aunque no antes del martes, su brazo robótico.
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