Para detectar esta elusiva molécula, el equipo de investigadores dirigió su atención al centro de nuestra Vía Láctea, específicamente a la nube molecular G+0.693-0.027. Utilizaron nuevos datos astronómicos de un gran proyecto observacional liderado por el CAB, registrados con dos radiotelescopios localizados en suelo nacional, el IRAM de 30 metros de diámetro de Pico Veleta (Granada) y el de 40 metros del Observatorio de Yebes del Instituto Geográfico Nacional (Guadalajara).
Para confirmar la presencia de moléculas en el medio interestelar, los investigadores comparan las señales recibidas por los radiotelescopios con las ‘huellas dactilares de las moléculas’ (sus espectros rotacionales), previamente determinadas en el laboratorio.
En el caso del ácido carbónico, el conocimiento de sus huellas era muy limitado, por lo que los científicos han utilizado la nube molecular G+0.693-0.027 como un laboratorio natural para su determinación.
“El espacio es un laboratorio maravilloso. Logramos detectar varias parejas de señales espectroscópicas claras y completamente limpias directamente en los datos radioastronómicos, confirmado de manera inequívoca la presencia del ácido carbónico en el medio interestelar e incluso completando su caracterización experimental”, señala Sanz-Novo, quien estudió moléculas interestelares durante su tesis en la UVa.
El descubrimiento del ácido carbónico confirma que los procesos químicos que tienen lugar en las regiones interestelares son más complejos y diversos de lo que se había pensado anteriormente.
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