En busca del origen de los tsunamis

TsunamiUn equipo internacional de investigadores, con la presencia española incluida, ha perforado el suelo del océano Pacífico desde el buque 'Chikyu' ('Tierra', en japonés), con el fin de estudiar el origen de los 'tsunamis' y los terremotos, así como el pasado climático de nuestro planeta. La geóloga María José Jurado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y sus compañeros de misión, a bordo del mayor y más sofisticado buque oceanográfico del mundo, han estudiado a fondo un área que se espera que genere fuertes terremotos en los próximos años.

Durante la primera fase del proyecto 'NantroSEIZE', de septiembre de 2007 a febrero de 2008, el equipo internacional ha realizado el reconocimiento más completo que se ha hecho nunca de esta zona sismogénica, la fosa de Nankai.

El objetivo del proyecto es penetrar los fondos oceánicos de las zonas en las que se producen los epicentros de los terremotos para monitorizarlos y poder estudiar su origen. Las investigaciones que acaban de comenzar, servirán para desarrollar un sistema de predicción de terremotos con un plazo suficiente como para poder actuar y evitar grandes daños. Eso será cuando termine el proyecto en 2012.

El buque de perforación Chikyu, con 210 metros de eslora y 38 de manga, está equipado para hacer perforaciones con una profundidad de hasta 10 kilómetros bajo el nivel del mar, y cuenta con una tecnología que permite perforar de forma segura hasta siete kilómetros en el subsuelo marino. Se trata del primer buque oceanográfico equipado con riser, un sistema que permitirá perforar de forma más segura y alcanzar profundidades tres veces mayores que lo conseguido por cualquier otro buque de perforación.

Hace medio siglo, concretamente el 9 de julio de 1958, un terremoto de 8,3 grados en la escala de Richter, con su epicentro a poca distancia de la bahía de Lituya, en Alaska, provocó el desprendimiento de toda una montaña de roca y hielo, que cayó verticalmente al mar y causó el mayor tsunami desde que se tienen registros de estos fenómenos.

La ola gigante, que llegó a alcanzar los 524 metros de altura, penetró varios kilómetros en tierra firme, arrasando todo a su paso. Por suerte, se trata de una zona prácticamente despoblada. Todo lo contrario de lo sucedido en el sudeste asiático en 2004. En diciembre de ese año, un tsunami se cobró cerca de 300.000 vidas en una de las peores tragedias naturales que se recuerdan.