Tormentas de metano en la luna Titán

Tormentas de metano en la luna Titán
La nave Cassini, en órbita de Saturno, ha conseguido detectar los primeros indicios de lluvia de metano, en las dunas del ecuador de Titán, el mayor satélite del planeta. En esta luna se conocen lagos de metano en altas latitudes, mientras que la zona ecuatorial es en su mayor parte árida, con grandes extensiones de dunas surcadas por lo que parecen ser ríos secos.

La observación de cambios súbitos en el brillo de la superficie en esta zona tras una acumulación de nubes ha llevado a los científicos, de varias instituciones de EEUU e Italia, a concluir que la explicación más plausible de estos cambios es la lluvia caída desde una gran tormenta de metano. Esto significa que los supuestos ríos secos no lo son de forma permanente, sino que llevarían caudal estacional, ya que la lluvia se ha observado durante la primavera en Titán, que en esta zona es de carácter tropical.

Aunque estos cambios también podían deberse a fenómenos de vulcanismo o tormentas de viento, los científicos concluyeron, y así lo publican esta semana en la revista 'Science', que se trataba de grandes tormentas de metano, que llegaban a cubrir extensiones de 500.000 kilómetros cuadrados, casi como la Península Ibérica.

Según su trabajo, estas tormentas se repiten de forma estacional y las producen nubes de hasta 1000 kilómetros de longitud, como la que se observó el 27 de septiembre de 2008. Serían, afirman, las causantes de los cauces secos que se ven en la superficie de Titán, así como de la erosión de las dunas.

La existencia de estas lluvias de metano fue adelantada por un equipo de investigaciones españolas de la Universidad del País Vasco, que en julio de 2006 ya publicaron en 'Nature' un modelo que indicaba que en Titán había fuertes tormentas de este elemento y que eran la causa de las estructuras fluviales que detectó la sonda Huygens, enviada a su superficie en la misma misión que la nave Cassini.

El modelo de los españoles -Ricardo Hueso y Agustín Sánchez-Lavega- indicaba que estas tormentas podían alcanzar los 35 kilómetros de altura, con gotas de hasta cinco milímetros de metano que caerían sobre esa luna como una auténtica tromba.

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