Para llevar a cabo esta tarea el equipo de investigadores se sirvió de fotografías aéreas y de imágenes de radar proporcionadas por un satélite de la NASA. Como explica Damian Evans, de la Universidad de Sydney, y uno de los autores del trabajo, "el radar puede apreciar las diferencias en el tamaño de las plantas y en la humedad que se derivan de variaciones en el suelo de menos de un metro".
El nuevo mapa triplica la extensión anteriormente atribuida al complejo. El área urbana y periurbana de Angkor alcanzaría los 3.000 kilómetros cuadrados de superficie; es decir, más de de dos veces la de la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos; que es la más extensa del mundo.
El tamaño también puede explicar uno de los misterios de este sorprendente reino: su rápida desaparición. A luz de este trabajo se refuerza la hipótesis de que Angkor murió como consecuencia de su propio éxito. El mismo crecimiento urbano llevó a un desequilibrio entre recursos y población. La ciudad creció sobre los bosques que la rodeaban, lo que provocó problemas de agotamiento del suelo y erosión. Las inundaciones, causadas por esos mismos procesos, habrían puesto fin a la que, sin duda, fue una brillante civilización.
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