El primer satélite experimental de Galileo, conocido como Giove-A, fue lanzado desde Baikonur, en Kazajistán y fue puesto en órbita por un cohete Soyuz. Este satélite de 600 kilogramos pondrá a prueba componentes claves en el programa Galileo, como un reloj atómico, y tendrá el trabajo de asegurar las frecuencias de radio asignadas al proyecto bajo acuerdos internacionales. Una vez esté en funcionamiento, se espera que este nuevo GPS revolucione la manera en que utilizamos las señales de tiempo y ubicación enviadas desde el espacio. "Utilizando tres señales, tendremos una precisión de centímetros, y esto permitirá más servicios de los que tenemos hoy. La industria europea ya está trabajando en el desarrollo de dispositivos para utilizarla", dice Javier Benedicto, director del proyecto en la Agencia Espacial Europea. El nuevo GPS multiplicará la oferta en numerosos mercados, desde el de bienes de consumo, como la telefonía celular, hasta aplicaciones críticas de seguridad, como el direccionamiento de trenes o autobuses. Otra de las ventajas señaladas por los expertos es el hecho de que Galileo sea un sistema civil, que será administrado por un consorcio privado.
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